Entrevista con SUSAN POLGAR, ex campeona del mundo de ajedrez y directora del Susan Polgar Institute for Chess Excellence (SPICE), de la Webster University (EEUU).

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El ecosistema educativo tiene un triángulo esencial: estudiantes, padres y profesores. Lo demás es contexto. Si este se sitúa en el centro de gravedad, algo va mal. Los análisis sobre educación tienen un peligro casi invisible: la paralización fascinada por lo mal que estamos. Descalificar sin analizar es injusto y analizar sin proponer alternativas, estéril. Así que el propósito de este blog es claro: ayudar a estudiantes, padres y profesores a encontrar alternativas de mejora.

“El esfuerzo y las circunstancias tienen más impacto en el éxito que la inteligencia”

Por: Carlos Arroyo | 09 de septiembre de 2013

“Realmente no pienso que yo tenga un talento especial para el ajedrez”. Esa es una frase demoledora. Pasaría inadvertida si la dijera cualquiera de nosotros, pero resulta casi extravagante en boca de Susan Polgar, que fue la primera mujer de la historia en clasificarse para el Campeonato Mundial Masculino de Ajedrez y la primera asimismo en obtener la puntuación necesaria para convertirse en Gran Maestro Internacional.

Como es natural, me quedé estupefacto al oírsela y, al principio, no me quedó otra que atribuirla a un alarde de falsa modestia. Pero luego, al ponerla en sintonía con sus experiencias y sus firmes convicciones, me di cuenta de que solo cuando uno concilia esa chocante confesión y su apabullante biografía ajedrecística puede entender de veras cómo concibe la educación esta ajedrecista húngara-norteamericana. Para acercarse a la mente de Polgar hay que empezar por aceptar que la palabra genio no significa para ella exactamente lo mismo que para la mayoría de las personas.

Polgar recoge las ideas de su padre, László, y sostiene que el genio no nace, sino que se hace; es decir, se desarrolla y se perfecciona con un extraordinario trabajo. No se basa ni en una varita mágica ni en esa especie de dones extraordinarios caídos del cielo, sino en un duro esfuerzo temprano, intensivo, emocionalmente compensado y bien orientado, sobre la base de unas capacidades personales bien identificadas y estimuladas, y, con algo que no mucha gente tiene en consideración al hablar de los genios: una considerable dosis de buena suerte, materializada en unas “circunstancias favorables”. Para ella, esto último puede llegar a ser precisamente lo definitivo, porque es lo único que no está en las propias manos.

Entrevisté a Susan Polgar durante el I Congreso de Pedagogía y Aplicaciones Sociales del Ajedrez, organizado por la Cooperativa de Educación Gredos San Diego (GSD) en sus instalaciones de Buitrago de Lozoya, en colaboración con la UNED y bajo la dirección del periodista especializado en ajedrez Leontxo García (congreso que reseñé en el post El ajedrez educativo mueve pieza).

La ajedrecista, retirada hoy de la competición, está tan activa como siempre o más. Se dedica a la enseñanza en el Susan Polgar Institute for Chess Excellence (SPICE), de la Webster University, en su campus de Saint Louis, Missouri (EEUU), cuyo equipo, con ocho grandes maestros internacionales (procedentes de ocho países), es campeón de Estados Unidos, y también ofrece continuamente información y divulgación sobre este deporte mental a través de su prestigioso blog.

Como deferencia a los profanos, es paso obligado, antes de entrar en faena con la entrevista, dedicar un par de pases a resumir un historial tan descomunal como el de la mayor de las famosas hermanas Polgar (la menor, Judit, sigue en activo y ya es la mejor jugadora de la historia; la mediana, Sofía, a pesar de sus grandes condiciones, abandonó pronto la competición).

Cuando aún tenía tres años, Susan deambulaba un día por casa buscando algo con lo que jugar y encontró por casualidad un tablero de ajedrez. Esa fue sin duda una de sus más importantes “circunstancias favorables”, porque ahí empezó todo. Y su padre lo supo ver. En sus primeras partidas le ganaba al padre (ella sospecha que este se dejaba ganar) y a los cuatro años ganó el campeonato de Budapest para niñas menores de… ¡11 años! Todo fue rápido desde entonces. Con 12 años, campeona mundial. Y con 15, número 1 del mundo en el ranking femenino de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE por sus siglas en francés). Permanecería entre las tres primeras durante 25 años.

A los 17 años fue la primera mujer de la historia en clasificarse para el Campeonato Mundial Masculino de Ajedrez (y no es que, por su condición de mujer, fuera aceptada con alfombra roja precisamente). Desde los 21 es Gran Maestro Internacional en categoría absoluta (no femenina). Ha sido cuatro veces campeona del mundo femenina y es la única persona (hombre o mujer) que ha ganado la triple corona (ajedrez clásico, rápido y relámpago). Tiene 10 medallas en las Olimpiadas de Ajedrez (cinco de oro), además del récord de partidas olímpicas sin una sola derrota, con 56. En 2005 jugó 326 simultáneas (ganó 309 y perdió 4). Y batió el récord mundial de partidas en maratón (simultáneas con sustitución de adversarios cuando acaban su partida), con un 97% de victorias (la cifra quizá sorprenda menos que el número de rivales, 1.131, o el de kilómetros que tuvo que andar entre los tableros, 14).

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